Por la radicalización de la oferta partidaria, la pérdida de protagonismo de los partidos tradicionales y la inesperada continuidad en el poder del partido oficialista con la presidencia de Carlos Alvarado, Costa Rica vivió, en 2018, elecciones inéditas. Durante la campaña, el foco de atención giró de temas económicos hacia temas de autoexpresión (educación sexual, matrimonio igualitario, aborto). En conjunto con variables sociodemográficas y la valoración del gobierno saliente, la religión tuvo un peso explicativo importante en la orientación del voto, especialmente tras la opinión consultiva de la Corte idh que reconoció derechos fundamentales a la
población LGBTI durante la campaña. Se discuten las consecuencias para el presente gobierno y las futuras elecciones.