El artículo trata de demostrar que entre la filosofía que se transparenta en la Reforma Educativa y las grandes orientaciones del Proyecto Educativo de un establecimiento que imparte enseñanza con reconocimiento oficial, existe una necesaria y obligada convergencia de carácter ético-valórica. Este punto de unión lo proveen los Objetivos Fundamentales Transversales de la nueva organización curricular de la enseñanza nacional. Los Objetivos Transversales constituyen no sólo el soporte antropológico y ético del quehacer del sistema y la escuela considerados en su más vasta integralidad; también ellos son fundantes y legitimantes del tipo de intervenciones que procura la Reforma, en tanto creadora de las condiciones que hacen posible una práctica pedagógica orientada por un nuevo horizonte de formación humana. En esta dirección, la nueva racionalidad pedagógica articulante de Saber y Moral que late en los Objetivos Transversales sirve tanto para revestir de sentido a la Reforma Educativa y a cada uno de los programas que la componen, como para subsumir en valores compartidos que definen la identidad nacional la diversidad de opciones que consagra el pluralismo propio de nuestro estilo de convivencia democrática.